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Y tú, ¿crees en la magia?

Y no hablo del conejito en el sombrero del mago, ni del viejo truco de las cartas…

¿Qué tan necios somos en seguir creyendo que algo es posible? Les confieso que a veces soy de esas personas que buscan el truco detrás de todo lo bueno que pasa, desconfiada quizá, y hasta incrédula. Nada para presumir.

Tal vez suene un poco utópico —y más en estos tiempos tan modernos— si les digo que todos los días hay una razón para seguir creyendo en algo, en algo que pueda rescatarme de todos los pensamientos negativos que a veces tengo sobre el mundo. Sí lo hay, pero les advierto que requiere un poco de esfuerzo.

Pienso que la dinámica de nuestras vidas ocurre entre muchos ambientes engañosos y deshonestos, pero también admito que bajar la guardia de vez en cuando no está mal.

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Siempre he creído en la magia del Universo; en cómo las cosas se acomodan y se presentan en momentos clave de nuestras vidas, y mucho depende de nuestra voluntad y capacidad de asombro para fluir positivamente.

Aunque no lo queramos, el caos y la crisis siempre están ahí para recordarnos toda la lista de razones por las que debemos andarnos con cuidado, casi indiferentes o, peor aún, desconfiados de todo. Yo me pregunto ¿qué clase de vida se puede tener siendo tan paranoico? Piénsenlo.

Como les escribía al principio, todos los días hay una razón para seguir creyendo en algo. A pesar de que puedo tener algunos miedos, desde los más ordinarios como salir a caminar sola en la noche, hasta los más profundos como entregarle mi cariño a alguien, trato de conservar ese pequeño voto de confianza hacia la vida y sus ‘para qués’, cederle un poco el control y la sorpresa al tiempo y a la forma en la que esta magia trabaja, es una manera de alivianarme el camino. Entre más seguridad tengan mis pasos y decisiones, más tranquilidad y equilibrio encontraré en mi.

Todos los días hay algo que nos sorprende si así lo queremos: una sonrisa, una palabra amable o quizá algún veinte que nos cae de la manera menos esperada y nos sacude bonito. Eso es magia, y está en los pequeños detalles cotidianos como un rico café, un buen libro o en el aparador de un tienda (¿por qué no?).

Yo sigo creyendo en ella y te invito a que lo hagas. Solo recuerda algo: tú también eres magia. Asegúrate de ser una persona que contagie al mundo de cosas lindas.

Es un buen momento para que sepas que las cosas buenas sí existen, y no hay ningún truco detrás de ellas.

Gracias por ser, estar y compartir.

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