Empresas, tienditas y clientes dicen no a otro impuesto al refresco

Conforme pasan los días, los pronunciamientos contra la Reforma Fiscal adquieren más fuerza. En el caso de los refrescos y bebidas azucaradas, no ha sido excepción. Mientras que la cooperativa Pascual pide tomar precauciones en la redacción de la ley —quedando aclarada la distinción entre bebida azucarada y bebida endulzada—, una refresquera está haciendo campaña con las tienditas de la esquina en ciudad de México.

En días pasados, con la distribución de sus productos, las refresqueras hicieron llegar un cartel que colocaban al exterior de cada tiendita; en lugar de la publicidad habitual. Se trata de un cartel que se pronuncia en contra del impuesto al refresco.

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Los carteles son todos iguales. Fondo negro, letras mayúsculas en color blanco y rojo, con una silueta que utiliza una famosa refresquera —por sus colores, sabemos de quien se trata—. El mensaje que se lee es el siguiente…

Esta tienda y sus clientes decimos no a otro impuesto al refresco y bebidas azucaradas. Nuestros negocios están en riesgo.

Después de colocar el cartel, los dueños debían llenar un formato en contra del aumento. El llenado de este formato no era obligatorio; en realidad, los propietarios de estas tienditas “de la esquina” están genuinamente preocupados sobre lo que espera, de aprobarse el impuesto al refresco.

A unos días de aplicarse esta estrategia, se presentó una petición con 1.2 millones de firmas, de estos comerciantes preocupados. En el documento piden que se aplique el impuesto no sólo a las bebidas, también a todos los productos que tengan azúcar; dos pesos por kilo. Ahora sí que aplica la de “todos coludos o todos rabones”.

La industria cañera es la principal afectada con esta propuesta. Otro golpe bajo, después de que las refresqueras se inclinaran al uso de jarabe de alta fructosa. Entonces, ¿qué ocurrirá con el azúcar?

Sencillamente, la estrategia de combatir al sobrepeso y la obesidad no sebe recaer sólo en el refresco. Debemos pensar en general, en los pésimos hábitos alimenticios de la población. Ahora sí que, con conocimiento de los efectos, el que quiera meter “cianuro” a su organismo, que lo haga.

Fuente: El poder del consumidor