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Los países que más se enriquecen, más engordan

los países que están recién saliendo del subdesarrollo, la obesidad aumenta de la mano de los “buenos indicadores económicos”.

El “desarrollo económico” ha sido desde hace décadas la bandera de lucha de los gobiernos democráticos en todo el mundo. El problema con esto, es un hecho, es que en el actual modelo de desarrollo, el bienestar económico aumenta siempre la desigualdad social. Ese es un problema, pero hoy por hoy los datos han dado otro tema para pensar: el desarrollo económico aumenta la obesidad.

Muchos países que hace no muchos años sufrían problemas de desnutrición crónica de la población, especialmente de los niños, se han visto obligados a preocuparse de los índices de sobrepeso. En China, por ejemplo, pasó de 18 millones de obesos en 2005, a más de 100 millones este año.

Según explica un estudio de la BBC, la medición del desarrollo económico de los países se realiza mensurando el poder de consumo de los habitantes. Es decir, mientras más dinero puedan las personas gastar en bienes de consumo, más crece el país. El problema es que para que aumente la capacidad de consumo, en general hay que liberalizar los mercados, y la calidad de los productos de consumo de deteriora.

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Uno de los más importantes productos de consumo es la comida, y si se fijan en lo que ha pasado en nuestro país -Chile- con el desarrollo económico, es que las cadenas de comida rápida se han expandido por montones, como la empresa Dominó’s, que fue fundada en 1952 en Santiago Centro, pero que en los último 10 años se ha expandido por todo Santiago, e incluso se ha instalado en regiones.

Muchas de estas empresas se instalan en un lugar que es casi un monumento al desarrollo del comercio: el mall. Grandes patios de comida donde la alimentación sana tiene sólo un pequeño lugar detrás de Pizzas Hut, McDonalds y Burger Kings, que venden alimentos ultra calóricos pero que son un símbolo del desarrollo económico para las economías neoliberales.

En nuestro país se calcula que al menos un 20% de la población sufre problemas de sobrepeso, el que es especialmente grave en niños, ya que puede conllevar enfermedades crónicas como diabetes y baja autoestima o exclusión de parte de sus compañeros de colegio. En las Islas Canarias, España, se está intentando llevar a cabo un programa para alimentar a los niños de los colegios de forma exclusivamente ecológica, medida que debería ser imitada en todo el mundo.

La OMS califica a la obesidad como una enfermedad no contagiosa que se está expandiendo rápidamente por el mundo. Además de desarrollo económico, tiene que ver con el estilo de vida moderno, especialmente el metropolitano, donde son comunes el tabaquismo, las dietas altamente calóricas, la insuficiente actividad física, y el consumo abusivo y habitual de alcohol.

La gran solución es la regulación. Incluso sin salir del modelo de desarrollo, un Estado que regule la producción de alimentos sería muy útil para reducir los niveles de obesidad. Lo importante es que haya conciencia de que el problema no es sólo de la salud individual de las personas, sino que tiene que ver con toda la cadena de producción. Y estas políticas públicas tendrían que, además, regular otros productos que causan enfermedades actualmente, como el tabaco y el alcohol.

Vía latercera.com

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