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Enfrentando la frustración

Quizás es el efecto del invierno.

Las últimas semanas (aunque se siente como más tiempo) han sido difíciles para mí. Por varios motivos he estado desmotivada, floja, con pocas ganas de ir al gimnasio en la mañana, menos ganas de ir a la oficina, he llegado tarde todos los días porque me cuesta más que nunca tomar la decisión de levantarme, todo me da lata, todo es un esfuerzo enorme, y no he logrado cambiar el switch, aún cuando me lo he propuesto cada lunes.

Y en este estado, me ha pasado que las cosas que no funcionan me deprimen más, me molestan demasiado. Es como si mi ánimo estuviera siempre sobre una cuerda floja y con un pequeño empujón, me voy a las lágrimas, de pena, de rabia, de lo que sea.

He llorado como Magdalena por cualquier cosa. Y es por eso que he querido hacer cambios, porque la verdad es que yo no puedo más con esto, y menos pueden los que me rodean, en especial, mi pololo, quien debe hacerle frente a mi humor, y que debo reconocer, lo ha hecho como todo un profesional.

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Y es que a todos nos puede pasar que algunas veces estamos en el lado bajo de la rueda. El problema es cuando este período se alarga y se convierte en una espantosa rutina. Digo espantosa porque para ser sincera, no hay nada más desgastante que no tener energías para vivir tu vida con ánimo (lo que suena coma contradicción). Es agotador sentir que hasta el mínimo esfuerzo cuesta. Y para qué decir de las cosas malas o negativas. Pequeños conflictos parecen tremendas tragedias: Este viernes murió mi refrigerador y no atiné a nada más que echarme a la cama a llorar diciendo “Snif, ¿Porque a mí?”

La frustración se define como una respuesta emocional, relacionada con la decepción y con la rabia, generada por la dificultad de lograr un objetivo. Este objetivo puede ser de tipo externo (como tener un refrigerador que funcione) o interno (dejar de tener lata por la vida). Cuando no se logran cumplir las metas deseadas, la frustración se apodera de uno y dependiendo de la capacidad personal de sobrellevarla, puede ser solo una mala sensación reemplazada rápidamente por la búsqueda de una solución, o puede convertirse en un conjunto de emociones más difíciles de enfrentar.

Para no caer en esto último, y también ayudarme a mí misma a salir de esta mala racha, busqué algunas técnicas para enfrentar la frustración:

1 – Primero que nada: respirar profundo y calmar los ánimos. Sentarse a meditar, a tener una conversación interna.  ¿Es realmente algo tan terrible que justifique esta reacción? Identificar el problema, el resultado, eliminar los “adornos” que no aportan. Simplificar.

2 – ¿Si le hubiera pasado a otra persona, que consejo le darías?

3 – Es importante recordar que la frustración es una respuesta personal a las expectativas que uno mismo se creó, y que solo uno puede manejar los niveles de expectativas/frustración. Pueden haber terceros que influyan en esto, pero es necesario saber que solo uno es amo y señor de lo que suceda en su cabeza.

4 – Como aprendimos en Forrest Gump, “Shit happens” es decir, las cosas malas pasan todo el rato, y no tenemos que pretender que ser feliz, ser exitoso, o simplemente que algo funcione bien, es un hecho. Ok, el tema principal de “El Secreto” es autoconvencerse de que las cosas que queremos van a funcionar, y eso está súper bien, pero requieren de esfuerzo, de ponerle las pilas necesarias y también de aprender que a veces, va a costar más que funcionen.

5 – En esta misma línea, a mí al menos me gusta pensar que las cosas que cuestan más, valen más la pena y que aquellas que son más fáciles, no alcanzan el mismo nivel de importancia en tu cabeza. Cuando realmente logramos algo que nos costó, la satisfacción es el mejor regalo, y por esto debemos luchar hasta lograrlo.

Suerte a todos con enfrentar los momentos de frustración, espero que yo también pueda con los míos. ¡Se aceptan consejos!

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